Reflexiones desde la terracita: **Correr, Correr, Correr** o el porqué #melapela todo
El viento azotaba mi rostro mientras los pies golpeaban el suelo con desesperación. Corría, no por elección, sino por necesidad. El tiempo se desdibujaba, y cada paso era un paso más hacia el abismo.
Había sido un hombre de vulgar, atrapado en una rutina gris. Pero todo cambió cuando encontré aquel antiguo pergamino en el rincón polvoriento de una librería. Las palabras grabadas en él prometían la inmortalidad a quien recorriera los confines del mundo en una carrera sin fin.
Así comenzó mi odisea. Corrí a través de desiertos abrasadores, montañas nevadas y selvas impenetrables. Cada paso era una lucha contra el agotamiento, la sed y el miedo. La muerte me perseguía como una sombra, siempre al acecho.
Los días se fundieron en semanas, y las semanas en meses. Mi piel se volvió áspera, mis ojos hundidos. Pero no podía detenerme. El pergamino me ataba a esa carrera infernal. Correr, correr hacia la eternidad o la perdición.
Finalmente, llegué al borde del mundo. El abismo se extendía ante mí, oscuro e infinito. La muerte me estaba esperando, paciente. Sin aliento, me lancé al vacío.
Y en ese último instante, cuando el suelo desaparecía bajo mis pies, sentí una extraña paz. Entendí que la muerte no era el final, sino el principio. El pergamino había cumplido su promesa. Ahora, correría por toda la eternidad, persiguiendo el horizonte y desafiando al destino.
Y así, mi figura se desvaneció en el abismo, convertida en leyenda. Un hombre que corrió más allá de la vida, hacia la muerte, y encontró la inmortalidad en el último aliento…
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