El valor de lo no convencional: reflexiones personales sobre el fenómeno Aker

He acompañado de cerca el #proyectoAker prácticamente desde su nacimiento, y aún hoy me cuesta comprender cómo algunos inversores han llegado a perder sus cuentas bajo una hoja de ruta tan clara.

Soy inversor particular, con años de experiencia y una aproximación centrada en la preservación del capital y su crecimiento sostenido de cara a la jubilación. Trabajo sobre escenarios swing con estructuras sencillas, pero con una exigencia firme: rigor macroeconómico y claridad técnica. En ese sentido, el análisis que ofrece Aker ha supuesto para mí una guía operativa de referencia.

Antes de la pandemia, su premisa principal era tan simple como efectiva: no operar contra la Reserva Federal. Durante la expansión monetaria previa a 2020, este principio funcionó con precisión quirúrgica. Pero fue en enero de 2022 cuando, en mi opinión, Aker demostró su capacidad real como lector adelantado del ciclo. Mientras buena parte del mercado seguía bajo el influjo de los estímulos, él advirtió que la inflación derivada de estas políticas llevaría inevitablemente a una subida de tipos agresiva… y a una corrección bursátil proporcional. Su decisión fue tajante: cerró por completo sus posiciones en renta variable.

Confieso que en ese momento me costó aceptar su diagnóstico. Pero tras revisar los antecedentes históricos —particularmente los ciclos de inflación post-expansiva— entendí que su tesis era consistente. Ajusté mi exposición en consecuencia, evitando una corrección severa y pudiendo reentrar en niveles claramente más atractivos, lo que se tradujo en una operación altamente rentable.

A comienzos de 2025, Aker volvió a desmarcarse del consenso al advertir de un potencial doble techo en el Dow Jones. Era un escenario que ni siquiera contemplaba, pero su historial me llevó a actuar: deshice posiciones nuevamente, capitalizando beneficios. Apenas semanas después, identificó un punto de entrada óptimo para un rebote técnico, que ejecuté con éxito, logrando un 14% de retorno en poco más de un mes.

Hay un elemento que aún hoy me desconcierta: Aker afirma no tener más formación académica que el graduado escolar. Es un dato que, de no seguirlo desde sus inicios en Días de Bolsa, me costaría creer. Su capacidad de lectura del mercado, de anticipación estratégica y de comunicación clara lo convierten, en mi opinión, en uno de los analistas más infravalorados del panorama financiero español.

Más allá de los títulos, hay talento. Y el de Aker es genuino. Para mí, sin matices, es el anaLISTO, en mayúsculas.
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