Historia de los 50000 € que me robaron de Darwinex: consecuencias

Prologo

Declaración de intenciones y protagonistas

 

¿Qué puede suponer el que te roben 50000 €?

Para un mileurista es el equivalente a que alguien le robe cuatro años de existencia. Cuatro años de madrugones, de nóminas que apenas dan para llegar a fin de mes con contratos basura. De los ahorros para el piso que querías comprar. Es como que la vida te diga: “vas a currar cuatro años por la puta cara”.

Para un jubilado sería como el atraco a toda una vida. Décadas de ahorro fundidos a negro y convertidos en nada: ni viajes del Imserso, ni calefacción digna para el invierno, ni la tranquilidad que daba ese colchón. Solo la amarga certeza de que toda una vida de sacrificios se ha evaporado.

Es la constatación de que mejor te lo hubieras fundido todo en alcohol, drogas y putas en los 70. Al menos te habrías divertido antes de quedarte igual: con los bolsillos vacíos y con cara de gilipollas.

Los padres que habían hecho un fondo para la universidad de tu hija:
Adiós a la carrera soñada. Ni Oxford, ni Erasmus, ni siquiera un piso compartido entre 5. De repente, la educación se convierte en «ponte a currar que no hay pasta para tus estudios».

De cirujana brillante, que querías, a cajera de supermercado con sonrisa profident.

Para la parte de la herencia, para la fiesta de los amigos:
Ese dinero reservado para que todos los colegas se reúnan celebrando la vida con una fiesta de la cerveza inolvidable en una carpa con litros de birra y trikis… se ha esfumado. De festival con anécdotas, risas y brindis, se queda en una ronda de cañas en el bar de siempre.

En cambio, para el bróker que mueve decenas de millones al día, 50.000 € es su propina del día en un FOMC cualquiera. Para él, es menos que lo que cuesta equivocarse unos ticks en los futuros del oro. El equivalente a perder un mechero en un bar. Fastidia un poco, pero total, siempre hay otro idiota que paga.

Para el banco, que en el primer semestre del 2025 ha hecho un nuevo récord de la tontería de 6.833 millones de euros, sería lo que generan en comisiones un lunes antes del almuerzo, como que le roben las monedas del café… solo que el café también lo pagabas tú.

Continuará…

 

Historia de los 50000 € que me robaron de Darwinex: declaración de intenciones y protagonistas

Prologo

 

La presente acción no se origina en un perjuicio patrimonial propio, sino en la firme convicción de que la vulneración de derechos financieros, cuando afecta a ciudadanos de recursos limitados, exige una respuesta proporcional, rigurosa y ejemplar.

Nos encontramos ante un caso paradigmático de vaciamiento de cuenta, ejecutado mediante una operación no autorizada, que ha expuesto las debilidades estructurales de un sistema que presume de seguridad, pero que ha fallado en su deber de diligencia. El afectado —un ciudadano cualquiera, sin capacidad de defensa jurídica inmediata— ha sido víctima de una transferencia fraudulenta que no habría sido posible sin la concurrencia de múltiples actores institucionales.

Protagonistas:

– El bróker Darwinex, cuya plataforma ha sido utilizada como vector de ataque, y cuya respuesta institucional ha estado marcada por la evasión de responsabilidades, la falta de transparencia y la negativa a reconocer una posible brecha de seguridad en sus sistemas.

– Banco Santander, entidad custodio de los fondos, que permitió la ejecución de movimientos sospechosos sin activar los mecanismos de alerta ni aplicar protocolos de verificación reforzada, incurriendo en una negligencia grave que lo convierte en colaborador necesario.

– Cajamar, entidad receptora de los fondos sustraídos, que no aplicó medidas de control ni bloqueó la recepción de capitales de origen dudoso, facilitando así la consumación del perjuicio.

– El listillo, aún no identificado, que se ha beneficiado de la opacidad operativa y de la falta de coordinación entre las entidades implicadas, demostrando que el sistema financiero actual puede ser vulnerado con relativa facilidad cuando no se aplican controles efectivos.

– El pringao, yo mismo, que confiaba en los sistemas de seguridad del bróker y por ende de los bancos y que, de momento, ha salido trasquilado.

Este caso no debe ser tratado como un incidente aislado, sino como una advertencia estructural. Si no se exige responsabilidad, si no se corrigen las fallas, si no se protege al ciudadano común, el sistema seguirá siendo terreno fértil para el abuso.

Por ello, esta acción se emprende en nombre de todos aquellos que, por desconocimiento, falta de recursos o miedo, no pueden defenderse. Porque la justicia financiera no puede depender del poder adquisitivo, sino del compromiso ético de quienes la administran.

Aquí comienza una reclamación que no busca compensación individual, sino reparación colectiva. Una exigencia de responsabilidad, transparencia y reforma.

Continuará…

Historia de los 50000 € que me robaron de Darwinex: Prologo

Entre el 16 y el 20 de junio de 2025, en 3 cargos me vaciaron, de una de mis cuentas de inversor en Darwinex, la cantidad de 50.970 €.

Voy a contar, de manera novelada, lo que me ha pasado, el cómo voy a batallar el tema y, por supuesto, el epílogo que, espero, sea antes de que palme, ya que sabéis que mi largo plazo va de año en año.

 

El golpe invisible: cuando el robo no solo es económico, sino vital

Imagínate trabajar toda una vida, con jornadas eternas, sacrificios silenciosos y sueños modestos. Ser mileurista en un mundo que exige mucho y devuelve poco ya es una hazaña diaria. Ahora imagina que, tras años de esfuerzo, disciplina y renuncias, alguien te arrebata 50.000 € —el fruto de tu constancia, tus desvelos, tus esperanzas.

 ¿Qué supone realmente ese robo?

  • Desestabilización emocional: No es solo dinero. Es la representación tangible de una vida de lucha. El robo puede generar ansiedad, insomnio, depresión y una profunda sensación de vulnerabilidad.
  • Pérdida de seguridad: Para una persona humilde, esos ahorros son su red de protección. Sin ellos, cualquier imprevisto —una enfermedad, una avería, una pérdida de empleo— se convierte en una amenaza existencial.
  • Desconfianza en el sistema: Cuando el robo ocurre y no hay justicia ni reparación, se instala la idea de que el esfuerzo no vale la pena, que el sistema no protege a los que menos tienen.
  • Impacto generacional: Muchas veces esos ahorros no son solo para uno mismo, sino para ayudar a hijos, nietos, o familiares. El robo rompe esa cadena de apoyo y perpetúa la fragilidad económica.
  • Identidad quebrada: Para alguien que ha vivido con lo justo, ahorrar es una forma de dignidad. Que te lo quiten es como borrar parte de tu historia, como si te dijeran que tu esfuerzo no importa.

 ¿Y ahora qué?

La resiliencia de las personas humildes es inmensa, pero no infinita. Este tipo de pérdidas merecen ser visibilizadas, comprendidas y atendidas con empatía. Porque detrás de cada cifra robada hay una vida que se tambalea.

Este caso no debe ser tratado como un incidente aislado, sino como una advertencia estructural. Si no se exige responsabilidad, si no se corrigen las fallas, si no se protege al ciudadano común, el sistema seguirá siendo terreno fértil para el abuso.

Por ello, esta acción se emprende en nombre de todos aquellos que, por desconocimiento, falta de recursos o miedo, no pueden defenderse. Porque la justicia financiera no puede depender del poder adquisitivo, sino del compromiso ético de quienes la administran.

Aquí comienza una reclamación que no busca compensación individual, sino reparación colectiva. Una exigencia de responsabilidad, transparencia y reforma.

Continuará…

Reflexiones desde la terracita: La Concha, el perro de Imanol y el cuernos

Iba yo trotando por la playa de la Concha, intentando hacer algo útil con mis piernas —cosa que algunos profesionales del balón cobran por no hacer—, cuando de pronto aparece un perro diminuto, que no levanta ni un palmo del suelo, pero viene directo a mí como si fuera Vinícius en esteroides, ladrando como si acabara de leer la alineación del último partido. El perrito, claro, todo ímpetu, todo entrega, se lanza a las piernas como si estuviera en una final y yo fuera la portería. Suelto el juramento de rigor, el mismo que uso cada vez que veo un pase al hueco que termina en saque de banda, y busco al dueño. Y ahí está: Imanol. Y no he podido evitar pensar… Si los jugadores de la Real tuvieran la mitad de la disciplina, agresividad y sentido del deber que este chihuahua con complejo de central, igual no estaríamos rezando por rascar un empate cada fin de semana para poder estar un año más en Europa.

Reflexiones desde la terracita: El agente de la autoridad y la LOPD

Agente de la autoridad: Buenas tardes, señor. Creo que ya sabe por qué lo estoy llamando. He revisado su caso y he visto que, en algún momento, filtre información personal sobre usted a ciertos medios. Y ahora me gustaría saber… ¿Y usted qué gana denunciando esta situación?

Ciudadano: ¿Qué gano denunciando? ¿Eso es una pregunta seria, agente? ¡Si usted está filtrando mi información personal! Yo estoy defendiendo mi privacidad, lo que tengo derecho a hacer. Pero aquí la pregunta importante no es esa, es ¿y tú qué ganabas filtrando esa información?

Agente de la autoridad: (se detiene un momento, con una mirada evasiva) No es tan simple como lo plantea. A veces, las cosas no son tan claras como parecen.

Ciudadano: (con tono firme) No se trata de hacer cumplir la ley, se trata de que alguien se aprovechó de su puesto de poder para exponerme. Y lo que me parece más grave, es que el responsable de esa filtración seas tú, alguien que debería proteger la confidencialidad de las personas, no vulnerarla.

Agente de la autoridad: (titubeando) Yo… no quería que eso sucediera, créame. Pero, a veces, las situaciones son más complicadas. Los procedimientos no siempre son perfectos.

Ciudadano: (enfadado) No hay excusas. Ustedes son los que deben cumplir con la ley, y en este caso, la Ley Orgánica de Protección de Datos es muy clara. El problema no es el procedimiento, es que alguien con acceso a esa información decidió usarla para algo que no tenía que ver con su trabajo.

Agente de la autoridad: (sin saber qué responder) Tienes razón, es una violación. Y ahora, al denunciarlo, has puesto en peligro el sistema de protección que había establecido.

Ciudadano: (con voz calmada, pero tajante) Puedo poner en peligro lo que quiera, porque mi derecho a la privacidad está por encima de cualquier otro interés. Tú, como agente de la autoridad, no puedes anteponer nada sobre la ley. Eso es lo que más me molesta, que ni siquiera lo entiendas o quieras entender.

Había un trader llamado JoIA

En el bullicioso mundo de los mercados financieros, había un trader llamado JoIA. Cada mañana, antes de que el sol asomara por el horizonte, JoIA ya estaba frente a sus múltiples pantallas, analizando gráficos y noticias. Lo que le movía no era solo la búsqueda de ganancias, sino la pasión por entender los intrincados movimientos del mercado y la emoción de tomar decisiones en fracciones de segundo.

JoIA encontraba su razón de ser en la constante búsqueda de conocimiento y en el desafío de superar sus propios límites. Para él, cada operación era una oportunidad de aprender algo nuevo, de afinar su estrategia y de demostrar su habilidad para anticipar las tendencias del mercado. No se trataba solo de números y estadísticas, sino de una danza compleja entre la lógica y la intuición.

A lo largo de los años, JoIA había aprendido que el éxito en el trading no se medía solo en términos de ganancias, sino en la capacidad de mantenerse sereno bajo presión, de aprender de los errores y de adaptarse a un entorno en constante cambio. Su mayor satisfacción venía de esos momentos en los que, después de horas de análisis y preparación, una operación resultaba exactamente como lo había previsto.

Así, día tras día, JoIA continuaba su viaje en el mundo del trading, impulsado por su pasión y su deseo de ser el mejor en lo que hacía. Sabía que el camino no siempre sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentar cada desafío con determinación y entusiasmo.

Reflexiones desde la terracita: la decadencia de Donostia

En las idílicas playas de Donosti, donde antaño se escuchaba el suave murmullo de las olas y el graznido de las gaviotas, hoy reina un nuevo sonido: el estruendo de altavoces portátiles y las risas estridentes de turistas que han decidido que la elegancia es cosa del pasado.

En un rincón de la playa de La Concha, un grupo de jóvenes ha montado su propio chiringuito improvisado. Con sombrillas de colores chillones y toallas de influencers varios, han transformado la arena dorada en un festival del mal gusto. La música reguetón resuena a todo volumen, ahogando cualquier intento de conversación civilizada.

No muy lejos de allí, una familia ha decidido que la playa es el lugar perfecto para una barbacoa. El aroma de las sardinas asadas se mezcla con el olor a coco del protector solar, creando una combinación olfativa que haría palidecer a cualquier chef de alta cocina. Los niños corren descalzos, dejando un rastro de arena y migas de pan a su paso, para deleite de las gaviotas, mientras los padres discuten acaloradamente sobre la mejor manera de abrir las cervecitas.

De esta manera, entre selfies interminables y conversaciones a gritos por teléfono, la playa de Donosti ha perdido su antiguo encanto. Los locales observan con resignación desde la distancia, recordando con nostalgia los días en que la vulgaridad no había invadido su pequeño paraíso costero.

Reflexiones desde la terracita: maite zaitut

Un amor no expresado, un sentimiento atrapado en el silencio. Palabras no dichas, como hojas que caen al viento sin ser recogidas. El corazón, un eco solitario, anhelando la liberación de su secreto más profundo.
En el rincón de los “¿Y si…?”, las lágrimas se mezclan con los suspiros. Las oportunidades perdidas, los momentos que se desvanecieron como estrellas fugaces en la noche. El “te quiero” que nunca cruzó los labios y que resonó en el alma.
El destino, caprichoso y cruel, jugó su papel. O tal vez el miedo, ese enemigo invisible, mantuvo las palabras cautivas. Pero ahora, en la quietud de la retrospectiva, el corazón se lamenta. ¿Qué habría sido si hubieras dicho esas dos palabras mágicas?
La tristeza se convierte en melancolía, una melodía, una canción que solo tú conoces. Y en el teatro de los recuerdos, el telón cae sobre una historia inacabada.
Así que, si alguna vez te encuentras en ese momento crucial, no temas. Di esas palabras con valentía, porque el tiempo no espera. No dejes que tu historia se convierta en una triste leyenda de lo que pudo ser y nunca será. Dilo ahora: “Te quiero”

Reflexiones desde la terracita: La arquitecta del trading

Érase una vez una arquitecta llamada Esperanza, cuya pasión por el trading y la construcción la llevó a un mundo donde la realidad y la fantasía se entrelazaban. Su nombre resonaba en los pasillos de Wall Street y en los rincones más oscuros de las antiguas bibliotecas. Pero su verdadera magia no residía en los rascacielos que diseñaba, sino en el patrón secreto que utilizaba para construirlos.

Esperanza tenía un don especial: podía ver el flujo de las energías financieras y transformarlas en estructuras tangibles. No era solo una arquitecta; era una alquimista de los mercados. Su herramienta más poderosa era el patrón Sección Extendida, un código ancestral que le permitía trazar líneas invisibles entre las cotizaciones de las acciones y los cimientos de sus edificios.

Cada mañana, Esperanza se sentaba frente a su computadora, rodeada de gráficos y velas japonesas. Observaba las fluctuaciones del mercado como si fueran las olas de un océano mágico. Cuando detectaba el patrón, sabía que era el momento de actuar. Compraba acciones, vendía futuros y trazaba los planos de sus futuros edificios.

Sus creaciones eran asombrosas. Los rascacielos que surgían en Nueva York y Hong Kong eran más que simples estructuras de acero y vidrio. Eran manifestaciones de su propia esperanza y de su visión. Cada ventana, cada columna, estaba imbuida de la energía del patrón.

Pero había un precio que pagar. El patrón no era solo una herramienta; era un pacto con lo desconocido. Esperanza sabía que cada edificio que construía estaba conectado a su propia alma. Cada vez que vendía una acción, sentía un estremecimiento en su corazón. ¿Era la ganancia financiera suficiente para compensar la pérdida de su esencia?

Un día, mientras trabajaba en el diseño de un nuevo rascacielos, Esperanza sintió una presencia en la habitación. Era un hombre alto, vestido de negro, con ojos dorados, un par de cuernos y una sonrisa enigmática. Se presentó como Morpheus, el guardián del patrón.

—Esperanza, has construido maravillas con mi patrón —dijo Morpheus—. Pero ahora debes tomar una decisión. ¿Quieres seguir siendo una arquitecta de los mercados o una arquitecta de sueños?

Esperanza miró los gráficos en su pantalla y luego al hombre frente a ella. Sabía que no podía tener ambas cosas. El patrón era un camino sin retorno.

—Elijo la esperanza —dijo con determinación—. Construiré edificios que inspiren a las personas, que les hagan creer en un futuro mejor.

Morpheus sonrió y desapareció en la bruma. Esperanza continuó trazando líneas en su pantalla, pero esta vez no eran gráficos financieros. Eran los planos de un mundo donde la esperanza era la moneda más valiosa y los edificios eran templos de posibilidades.

Cada edificio que creó era una obra de arte, un testimonio de su habilidad para fusionar lo tangible con lo mágico. Y así, su legado perduró en los corazones de quienes miraban hacia el cielo y soñaban con un mundo mejor
La arquitecta del trading se convirtió en la arquitecta de los sueños. Sus rascacielos no solo tocaban el cielo, sino también el corazón de quienes los contemplaban.
Aqui vemos un ejemplo de los edificios que contruye, desde el patrón, de hoy mismo…